Incidencia Nacional

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El riesgo constitucional de aprobar la reforma tributaria a "pupitrazo"

Viernes 10 de septiembre de 2021

10 de septiembre de 2021.  Luego de tres intentos fallidos de aprobar una política tributariapara enfrentar los problemas fiscales que causó la pandemia de covid-19 y la dificultad de buscar recursos en la clase media, que ha sido la más golpeada por la crisis económica, la cuarta reforma tributaria acaba de ser aprobada por el Congreso de la República y pasó a sanción presidencial. El texto fue radicado el martes 6 en horas de la tarde, y miércoles 7 en las sesiones donde se abordó esta nueva reforma, sin ser discutidos, se aprobaron más de 60 artículos cuando el gobierno comprobó que tenía las mayorías en el Congreso para “pupitrear” esta reforma. Pupitrear significa aprobar sin discutir una ley. Esta es una práctica común cuando están consolidadas las mayorías legislativas, pero es problemática por cuanto defrauda uno de los principales objetivos del procedimiento legislativo, que es la deliberación pública y el contraste entre ideas.

Para las sesiones del 7 de septiembre donde se discutió la nueva reforma, los Congresistas tuvieron menos de 24 horas para estudiar el texto. Las voces de la oposición, necesarias en todo debate democrático, fueron ignoradas durante el trámite. Proposiciones de cambio y de orden, que son los instrumentos con los que cuentan las y los congresistas para manifestar su desacuerdo con la forma como se desarrolla un debate legislativo, fueron ignoradas. Ante esta situación, en señal de protesta, la bancada de oposición abandonó el debate de la reforma tributaria.

En menos de cuatro años de mandato, el gobierno de Iván Duque ha presentado cuatro reformas tributarias. Las primeras dos, llamadas ley de financiamiento y ley de crecimiento, estuvieron envueltas en una controversia judicial pues la Corte “tumbó” la primera por problemas en su trámite en el Congreso, por lo que el gobierno tuvo que correr para aprobar la segunda y no causar traumatismos económicos derivados de la inseguridad tributaria. La tercera reforma, que fue la más ambiciosa y la menos consultada políticamente, desató un estallido social que sumió al país en más de 30 días de protestas y violencia policial. Al final, presionado por las movilizaciones ciudadanas, el gobierno decidió retirar la reforma del Congreso y el entonces Ministro de Hacienda, Alberto Carraquilla, renunció en medio del desprestigio. 

En contraste con sus antecesoras, la actual reforma ha pasado casi desapercibida. Esto se debe, en parte, gracias a que el actual Ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo desplegó una estrategia diferente a la de su antecesor, ha sido cuidadoso en los medios de comunicación y en los diferentes sectores políticos.

El afán del gobierno por aprobar esta reforma tributaria demuestra, una vez más, su falta de preocupación por las formas democráticas. En materia tributaria esta forma de proceder le ha salido costosa, pues las carencias democráticas dentro del trámite legislativo terminan definiéndose en la Corte Constitucional y el registro del gobierno en esta instancia es claramente negativo. Es inaudito que a estas alturas el presidente y su gabinete no entiendan que respetar la democracia y sus formas es también una forma de proteger sus intereses. Con este proceder, el gobierno Duque se expone a que su última reforma tributaria sea declarada inconstitucional por la Corte.