Señor Presidente:
La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Colombia ha estado acéfala. El período del representante Todd Howland, quien realizó una valiosa labor desde 2012, expiró a finales del año pasado. Como el Gobierno no había acreditado a su sucesor, designado ya por la Oficina en Ginebra, la presentación de su informe anual en Colombia fue aplazada de manera indefinida el viernes pasado en Bogotá.
La celebración de un Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc hace ahora más urgente que nunca el cumplimiento del mandato de asistencia técnica y de observación atribuido a la Oficina para ayudar a superar la crisis de derechos humanos en el país. Más aún, dicho Acuerdo le asignó la función adicional de hacer seguimiento a su implementación en materia de derechos humanos.
El retraso para acreditar al nuevo Representante designado para Colombia por el Alto Comisionado es inadmisible y afecta gravemente a la población. El Estado colombiano debe honrar los compromisos adquiridos con las Naciones Unidas en virtud de la decisión adoptada en 1996 por la Comisión de Derechos Humanos que solicitó al Gobierno y al Alto Comisionado crear su oficina en Colombia y definió su doble mandato.
Agradecemos al Consejo de Derechos Humanos y a sus miembros por exhortar a Colombia a cumplir las obligaciones que tiene con este órgano, sucesor de la Comisión, en relación con el adecuado funcionamiento de la Oficina, y a acreditar sin más dilaciones al nuevo Representante. Esto no debió haber sucedido y no debería volver a suceder.
Gracias, señor Presidente.