Litigio internacional y contencioso administrativo

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Carta de las familias Sepúlveda y Omeara a José Erminso y Noel Emiro

Viernes 27 de enero de 2023

En 2018, la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró responsable a Colombia por los homicidios de Noel Emiro Omeara y José Erminso Sepúlveda, y determinó que las Autodefensas Campesinas del Sur del Cesar actuaron en connivencia con la Unidad Nacional Antisecuestro (UNASE) del municipio Aguachica, integrada por el DAS, el Ejército y la Policía.

José Erminso desempeñaba el cargo de secretario de la Alcaldía de Aguachica (Cesar) y militaba en el Movimiento Acción Comunitaria – MAC. Él, al igual que otros militantes de esta organización, había recibido amenazas y hostigamientos por parte de paramilitares comandados por Juan Francisco Prada Márquez, alias ‘Juancho Prada’, y Luis Orfego Ovallos.

Noel Emiro, reconocido ganadero de la región, estaba almorzando con Sepúlveda en el restaurante San Roque el 28 de enero de 1994 cuando hombres armados ingresaron por la fuerza, y asesinaron a José e hirieron de gravedad a Noel. 

Hoy, al cumplirse 29 años de lo ocurrido, las familias Sepúlveda y Omeara le dedican estas palabras a José Erminso y Noel Emiro, y le exigen al Estado implementar las medidas de reparación ordenadas por la Corte Interamericana en su sentencia, particularmente lo relacionado con la investigación, juzgamiento y sanción de los responsables.

Familia Sepúlveda:

«Han pasado 29 años en los que hemos tenido que conformarnos con hablar y estar contigo en nuestros sueños. Nuestro amor sigue intacto y el dolor de tu partida en días como hoy aún sangra. Me reconforta la fe en Dios de que se hará justicia y que la veremos. Me mantiene en pie tus pensamientos, tus recuerdos y todo aquello por lo que tanto luchaste. Sigo guardando esa caja de besos para ti, papá».

Familia Omeara:

«Hoy hace 29 años, en 1994, Noel Emiro Omeara Carrascal, nuestro padre y abuelo, fue víctima de manos asesinas en un restaurante de Aguachica (Cesar); una bala lo alcanzó y lo dejó sin poder caminar. Este hecho le provocó una enorme depresión y lo dejó sin ganas de vivir. Solo nos acompañó seis meses después de haber ocurrido los hechos. Desde el mismo momento en el cual ese disparo llegó al cuerpo de papá empezó la angustia, intranquilidad, inseguridad y persecución para toda la familia Omeara Miraval.

Cómo pueden existir personas que no empatizan con el dolor tan grande que representa perder a un ser querido, al herir o matar a un ser tan especial como lo fue nuestro padre y abuelo, que en los 68 años que pasó con su familia nos inculcó valores; nadie habló mal de él, ayudó desinteresadamente a los demás. Fue querido y respetado dentro del gremio de agricultores y ganaderos.

Solo le pedimos a Dios que la muerte de nuestro padre y abuelo no quede impune. Papá, nos hace falta. Descanse en paz».

¡Seguiremos buscando justicia, verdad y garantías de no repetición!