El 25 de agosto del año 1998 fue asesinado por paramilitares Alonso Domicó Jarupia, de 60 años, líder histórico, jaibaná (médico tradicional) y tesorero de la comunidad de Kiparadó del pueblo indígena Embera Katío del Alto Sinú.
Hace 22 años un grupo de hombres que portaban uniformes militares arribó a la comunidad de Kiparadó[1], preguntando por el paradero de algunos líderes indígenas, entre ellos Alonso Domicó Jarupia, quien se encontraba dentro de su vivienda en compañía de su esposa, una hija y sus nietos.
Al encontrarlo, los hombres armados irrumpieron en el tambo y le pidieron que los acompañara. Tras caminar unos pocos metros le dispararon por la espalda, privándolo de su vida.
Este asesinato se perpetró en el contexto de la polémica construcción de la Central Hidroeléctrica de Urrá, en el departamento de Córdoba, iniciativa que se gestó sin realizar la consulta previa con el pueblo indígena, y que tendría como principal fuente de abastecimiento al río Sinú y sus afluentes. Son esas las mismas fuentes hídricas en torno a las cuales se cimienta la cosmovisión del pueblo Embera Katío del Alto Sinú.
Alonso Domicó Jarupia participó como vocero en defensa del río Sinú en la reunión de la comunidad Embera Katío de Sambudó con la Corte Constitucional y la empresa Urrá. El día de su muerte se cumplían veinte días de la suspensión provisional del llenado de la represa decretado por la Corte.
Con el asesinato de Alonso Domicó Jarupia quedó claro que el conflicto sobre la consulta previa de Urrá estaba atravesado por la violencia en la región y en el país, de tal forma que su muerte constituyó un punto de partida para posteriores asesinatos y desapariciones de otros líderes indígenas Embera Katío que, como Domicó Jarupia, eran valerosos defensores del territorio ancestral.
Su homicidio fue declarado por la Fiscalía en marzo de 2019 como un crimen de lesa humanidad. Sin embargo, transcurridos 22 años de lo sucedido, la verdad y la justicia sobre este hecho continúan en mora.
Comisión Colombiana de Juristas
25 de agosto de 2020
[1]La comunidad de Kiparadó es una de las zonas del resguardo de más difícil acceso, puesto que no está ubicada a la orilla de los ríos, sino que es necesario llegar en lancha hasta un punto y luego hay que caminar montaña arriba al menos seis horas.