Usted está en Nuestro quehacer: Comunicación y RRPP
Compartir en  

Centenares de personas y organizaciones nacionales e internacionales expresamos nuestro respaldo a la voz del Arzobispo de Cali, artesano de la paz

#QuePareElGenocidio #YoApoyoAlArzobispoDeCali

Miércoles 08 de julio de 2020

Respaldo a la voz del Arzobispo de Cali, artesano de la paz

La Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico-CIVP, que articula a más de 30 organizaciones étnico-territoriales de Pueblos Indígenas y Afrocolombianos, junto con otras organizaciones y personas abajo firmantes, respaldamos las declaraciones de Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali, pues reflejan el sentir y el pensar de nuestras comunidades en la región del Pacífico y de otros lugares de Colombia. Unidos con el Arzobispo, reiteramos sus palabras.

1. El Gobierno de Duque, y su partido, han sido fieles a su campaña electoral de “hacer trizas el Acuerdo de Paz”, al atacar a los distintos mecanismos allí pactados (la JEP, la Comisión de la Verdad, la UBPD) y debilitar de manera drástica su implementación en materia de reforma rural integral, sustitución de cultivos de uso ilícito, protección de las comunidades, desmonte de estructuras procedentes del paramilitarismo y reincorporación integral de excombatientes de la extinta Farc-Ep.

2. Las comunidades en muchos territorios del Pacífico y Suroccidente que padecen la agudización del conflicto armado están sometidas a un genocidio, como la soportan las dolorosas cifras: desde la firma del Acuerdo de Paz han sido asesinados más de 460 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, así mismo, 216 excombatientes y firmantes del Acuerdo de Paz. Es notorio el exterminio físico a los pueblos indígenas, reflejado en el asesinato de 167 líderes indígenas durante el gobierno del presidente Duque.

3. El planteamiento de “Paz con Legalidad” es un discurso engañoso, puesto que gobierna la ilegalidad en los territorios de la periferia, incluso con más fuerza. Es clara la negación a aceptar la existencia de un conflicto armado que debe ser solucionado mediante la vía de la negociación. Mientras tanto, hay una suerte de venganza contra nuestros territorios que seguimos apostando a la paz negociada.

La comunidad Internacional es testigo de estos hechos, por ejemplo, en reciente carta al Presidente Trump, 94 Congresistas de Estados Unidos afirmaron: “Nos dirigimos a usted para pedirle que inste a la Administración Duque a que renueve sus compromisos de implementar los históricos acuerdos de paz de 2016 y proteger a los amenazados defensores de los derechos humanos de Colombia… su persistente incapacidad (del gobierno colombiano) para prevenir y judicializar los ataques contra los defensores han permitido que esta tragedia se desate sin control.”

El Papa Francisco afirmó categóricamente, en su pasada visita a Colombia, que los obispos deben ser voz profética e independiente: “no se midan con el metro de aquellos que quisieran que fueran sólo una casta de funcionarios plegados a la dictadura del presente…” y a continuación les recalcó que, “Colombia tiene necesidad de vuestra mirada propia de obispos, para sostenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método, la superación de las desigualdades que son la raíz de tantos sufrimientos, la renuncia al camino fácil pero sin salida de la corrupción, la paciente y perseverante consolidación de la “res pública” que requiere la superación de la miseria y de la desigualdad.”

Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ha sido coherente y fiel a esta exhortación del Papa, en favor de los pueblos afrodescendientes, indígenas, campesinos y víctimas del conflicto armado. Cómodo sería que se mantuviera indiferente y complaciente ante esta tragedia fratricida. Su fidelidad con la paz le ha significado una persecución del Centro Democrático, que desde hace varios años y de diversas formas, le ha hecho acusaciones calumniosas para acallar su voz y deslegitimar su palabra profética, así como lo han hecho contra el movimiento social de trabajo por la paz, artistas, académicos, deportistas, entre otros.

Seguimos insistiendo, una vez más, que la Paz es un bien de toda la sociedad colombiana. El Gobierno Nacional le corresponde cumplir con su deber constitucional de hacer realidad este derecho para todos los colombianos y colombianas.

Comunicado con todas las firmas: