Por: Gustavo Gallón Giraldo en El Espectador
Colombia necesita vencer la resistencia del partido de gobierno al Acuerdo de Paz y su insistencia en hacerlo trizas. Dicho Acuerdo contiene elementos valiosos para el desarrollo de una convivencia pacífica basada en la realización de derechos de las poblaciones más vulnerables del país, en garantías de participación política y de seguridad humana, y en la superación de la impunidad existente. Las elecciones del año entrante ofrecen una posibilidad grande para lograrlo. Pero la situación puede agravarse si el grueso de la población no logra articularse en torno a este imperativo.
En su “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”, Étienne de La Boétie se preguntaba a mediados del Siglo XVI “cómo puede ser que tantos hombres soporten a veces a un único tirano que no tiene más poder que el que ellos le dan”. Para responder, advertía que el tirano (o el amo) “que ha recibido su poder del pueblo, parece que debería ser más soportable (…). Pero, casi siempre, el que a tal situación llega considera que debe transmitir el poder a sus hijos. Y una vez que han adoptado tal opinión, sorprende ver cómo superan en vicios y crueldades a todos los demás tiranos”. Menciona como ejemplo que “el pueblo de Siracusa, capital de Sicilia, presionado por las guerras y tomando en cuenta solamente el peligro inmediato, eligió a Dionisio I y le dio el mando de su ejército”, y “cuando este malvado retornó, triunfal como si hubiera vencido a sus conciudadanos más que a sus enemigos, se proclamó primero general, luego rey y finalmente rey tirano”.
Son varias las razones para que esto ocurra, según La Boétie. Algunos seres nacen siervos, son educados como siervos y, bajo los tiranos, se hacen rápidamente cobardes y pusilánimes. También intervienen la costumbre, la ambición, la conveniencia y una sucesión de jerarquizaciones sociales que se desarrollan en escala: “Quienes defienden a un tirano no son los hombres de caballería o infantería, ni las armas, sino cuatro o cinco hombres que le sostienen y someten ante él a todo el país”. “Esos seis hombres tienen debajo a seiscientos, a los que corrompen al igual que corrompieron al tirano. Y de esos seiscientos dependen seis mil, a los que promueven, otorgándoles el gobierno de las provincias o el manejo de los dineros para tenerles atrapados por su codicia o su crueldad”. “Quien quiera devanar el ovillo verá que no son seis mil, sino cien mil o incluso millones, quienes sostienen al tirano por medio de esta ininterrumpida cadena que les ata y liga a él”. “En resumen, los beneficios y favores recibidos del tirano hacen que se llegue a un punto en el que hay casi tantas personas a las que la tiranía beneficia como personas a las que placería la libertad”.
La solución a este tipo de situaciones consiste en la resistencia social. La dominación se descompone por sí misma si el país no consiente en servirle. “No se trata de quitarle nada, sino de no darle nada. Son pues los pueblos los que se dejan, o, mejor dicho, se hacen maltratar, ya que para librarse de ello bastaría con que dejasen de servir”.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Enseñanzas de hace casi cinco siglos, que pueden ser útiles en Colombia hoy en día.